Maratón de poetas en homenaje a José Emilio Pacheco

 

José Emilio Pacheco (1929.), gran poeta mexicano en el Centro Cultural Donceles 66

Hasta las 00,03 de este viernes, casi doscientos poetas rinden homenaje a José Emilio Pacheco, en una maratón ininterrumpida de 30 horas que comenzó ayer, Día Nacional del Libro en el Centro Cultural Donceles 66. “Gracias mil a todo el mundo-dijo José Emilio Pacheco, que el año que viene cumple ochenta años y hará cincuenta que publicó su primer libro, “La Sangre de Medusa”- esta muestra enseña que hay una gran cantidad de poesía joven que no tiene la difusión que se merece; que el poeta no tiene público, sino lectores y que la poesía es un acto de resistencia frente al horror, en estos días en los que se incrementa el desempleo y la desesperación”. Acto seguido, un poco más tarde de las 14,00, y con preocupación por entrar dentro de sus diez minutos asignados, el poeta leyó parte entre de su obra inédita, “Los días que no se nombran”, “Todos se van” y una versión larga de una selección que comenzó en la prepa, “filigranas de antología griega” y haikus que dijo ya interpretar en el zócalo. Entre los asistentes, congregados en torno a la “tribuna” había sonrisas, expectación, hombres con corbata, un viejito atento, parejas de señoras, grupos de chicas jóvenes, mucho respeto y diversidad. Y el primer poeta de la maratón esperaba nervioso, descalzo y envuelta su cabeza en papel de periódico sobre un sofá rojo.   

El patio interior de lo que fue la Academia de la Lengua, se llenó de manos alzadas cuando José Emilio Pacheco sorteo varios ejemplares de una edición ya agotada. Al retirarse, afable, renqueante, dejó un espacio de ausencia en tornó al micrófono, que poco a poco fue colmada por poetas grandes y chicos que recitaban cosas como “La calle me gritó, salí a su encuentro…se nocturno, se ignorado, escupe tus huesos” o “todas las manos son sombras en la punta de mi sombra…” poemas al amor, al desamor, a la luna y los árboles, al rencor, los sueños, poemas de denuncia, de muerte y de silencio, suma y sigue. Grandes promesas y honrosos intentos, tras las lecturas nadie queda sin aplausos. Tal y como cuenta Francisco Vargas, director del Centro Cultural Donceles 66, a La Jornada, en la maratón de poesía pueden leer su propia obra todos aquellos que consideren que lo que escriben son versos, pues “uno empieza a ser escritor cuando empieza a creerse que es escritor” y al propio Pacheco le encantó esta idea y al enterarse aceptó asistir al encuentro. Hace mes y medio que los organizadores empezaron a preparar el homenaje a José Emilio Pacheco. “Difundimos la convocatoria por Internet por falta de medios –cuenta Francisco Vargas- y enseguida prendió el entusiasmo en la gente a la maratón viene gente de Sinaloa, Michoacán, incluso Chile. La poesía esta viva”. 

A la antesala asistió Oscar Wong, que fue el tercero en participar. Cuando asistan los escritores reconocidos que dijeron venir, como Miguel León Portilla, Salvador Mendoza o Héctor Bonilla, habrá también un espacio para ellos. Además, en la maratón hay un espacio para “poetas emergentes”, aquellos que decidieron apuntarse a última hora, así como una serie de libros de poetas reconocidos que también pueden ser recitados y una sábana blanca en la pared en la que los asistentes apuntan sus impresiones. En medio del patio una pancarta dice “Escribir/ es vivir/ en cierto modo/y sin embargo todo/en su pena infinita/nos conduce a intuir/que la vida jamás estará escrita”. Y en efecto, este es uno de los primeros encuentros de estas características en México, y en el que sucederán tantas cosas que permanecerán en el aire. “Como este año era el primero- señala Francisco Vargas- no había recursos y apenas recibimos apoyos institucionales, que solo respondieron dos días antes. Tenemos suerte porque hoy a la una de la noche, habrá luna llena, así que el momento va a ser mágico”.